Sunday 26 April 2020

MIS TROLES VECINOS - 7

Jailer Guardian - Official Orcs Must Die! Unchained Wiki

Hasta ahora no he hablado del padre del clan. Llamémoslo Gordapio. Es igual de feo que el resto del clan, pero más viejo, más gordo y más apestoso. Cuando llegamos a vivir a esta casa, nos pareció que el tipo no gritaba. Tenía incluso un comportamiento más tranquilo que la matriarca y los hijos. Uno podría pensar que la parte más trol de la familia venía por la línea materna.

La cosa es que el padre mima al perro. Es un perro de caza, al que trata como una madre trataría a un hijo. Hace sonidos guturales que aparentemente parecen mimos, como si fuese el amor del papá al hijo, amor interespecies, y seguramente le hace cosquillitas en la barriga, porque se oyen gemiditos (imposible distinguir si son caninos o trolescos). Suena tan tierno. En otra ocasión hablaré del perrillo, porque tiene su rol en la familia.

Pero para mí, el padre trol está sobre todo ligado a su vehículo. Gordapio conduce una furgoneta antiquísima. Tengo la teoría de que es un auto de esos tipo picapiedra, pero recubierto de metal imitando un modelo de Citroën hace 50 años para que no se note lo que hay debajo. Sobre la procedencia de ese auto tengo mi teoría, que también, como no puede ser de otro modo, consulté en internet. Un conspiranoico nepalí, Aghimborath Salami, cuando le comenté mis teorías, me dijo que mi hipótesis encajaba con ciertos escritos de una secta llamada los 'Devoráginos', que afirmaban que cuando Noé posó su arca en el suelo, no estaba solo con su familia, sino que había criados y demás ralea. Como Noé siguió a pie su camino con su familia, los criados crearon un auto de madera, más del tipo picapiedra, y que descendieron del monte Ararat en él. A todo esto, no toda la vida del planeta había desaparecido con el diluvio. Algunas tribus de troles sobrevivieron. Les bastó dejarse flotar en el agua y alimentarse de peces que acudían a ellos pensando que eran bolsas de mierda flotante.

De este modo, los antiguos criados de Noé trocaron el auto con los troles (aunque podría ser que los troles asaltaron el auto y les robaron el auto, eso no está claro, pero no los mataron, porque, si no, no habría especie humana, ya que con la sola familia de Noé hubiera sido una endogamia pecaminosa...). Sea como fuere, el auto fue pasando de generación en generación, durante siglos, siendo el último depositario Gordapio.

Como digo, debajo del chasis de metal se esconde el primitivo auto tipo picapiedra de madera. Su mueve a pedales, como no podía ser de otro modo, pero pedales de triciclo, no con cadena, como las bicicletas, lo cual requiere una tecnología muy avanzada.

Parece una furgoneta comercial, dedicada al transporte de... no sé qué, sinceramente. Sé que la usan para la caza en la campaña, porque no todo lo que cazan para alimentarse está al lado de casa. Sale muchas veces de noche con los hijos para la caza en medio del campo, para lo cual, cuatro de ellos mueven pedales. La fuerza bruta consigue llegar donde no alcanza un motor, ni el de un carro de combate. Y ahí los acompaña el perro, que para algo es de caza.

Cuando no la usan, la furgoneta está aparcada delante de nuestro bloque, siempre en el mismo sitio. Ningún otro auto aparca ahí, pero creo (aunque no lo he visto) que simplemente si hay otro coche, entre cuatro de ellos lo levantan y se lo llevan, para así dejar un hueco para la furgoneta del padre trol. Un día me dediqué a observarla de cerca (el interior no se ve porque tienen cristales tintados que quién sabe de dónde los habrán sacado). Mis sospechas se confirmaron cuando vi que no había entrada al depósito de combustible.

Seguiré investigando y prometo tenerlos informados, pero este padre trol es el más huidizo. Pasa poco tiempo en la casa y no grita, solo da mimos al perro. ¿O es al revés?

© Frantz Ferentz, 2020

Friday 24 April 2020

LAS DESVENTURAS DE UNA PROFESORA EN CUARENTENA


(Inspirado en hechos reales)

El ministro de Educación decidió que, debido al confinamiento, las clases en el colegio se deberían proseguir vía telemática. Pero enseguida, la población le reprochó al gobierno que una gran parte de los habitantes no tenía acceso a internet.
—¿Y guasap tienen? —preguntó el ministro,
— Guasap tenemos —respondió la gente.
— Pues clases por guasap —concluyó el ministro.

A la profe Caro le tocó, pues, dar sus clases por guasap. ¿Que cómo se hace eso? Nadie lo sabe, por eso han tenido que improvisar. La profe Caro es una profesional de excelencia, de modo que consiguió ir dictando sus clases por internet. Y así, con infinita paciencia, fue interactuando con los alumnos, y con sus progenitores, que no perdían detalle.
Así, enseguida, empezaron sus estudiantes a responder, también por wasap, a la profe Caro:

— Profe, profe, eso que acaba de explicar sumercé, yo no lo entendí. ¿Me lo puede aclarar, pero mejor en árabe para que lo entienda mi madre y luego me lo explique?
— Profe, ¿me hace un mapa de lo que está contando?
— Profe, que dice mi papá que no me crea lo que sumercé dice, porque sumercé trabaja para la CIA, o para los chinos.
— Profe, sus wasaps contagian el coronavirus?
— Profe, mi papá dice que sumercé habrá estudiado en el extranjero, pero que no sabe más que él, que es muy macho y sabe más que nadie, aunque no pasó de sexto curso.
— Profe, mi mamá dice que sumercé es muy linda, pero que ella lo es más, porque es la mujer de mi papá y una hembra fiera que mata. ¿Sumercé mata también? ¿Que si quiere un combate en el fango?
— Profe, mi wasap no funciona. ¿Se quedaría dos horas a la puerta de mi casa dos horas gritándome la clase de hoy? Le dejo una arepita fuera.
— Profe, ahorita, después de dos semanas, me entero que dicta las clases por wasap. ¿Podría repetírmelas?
— Profe, que dice mi mamita que si me sigue mandando wasaps que la denuncia a la policía por perversión de menores.
— Profe, ¿qué hago con las clases que me dicta por el wasap? ¿Lo puedo meter entre dos rebanadas de pan?
— Profe, mi religión me prohíbe usar wasap. ¿Me puede mandar los wasaps al Telegram?
— Boas-vindas ao Porno do Corno. Para contatar com Karina, escreva 1, para contatar com Paca, escreva 2...
— Я молодая русская девушка. Мне нужен мужчина, который любит меня. Ты будешь тем человеком? Напиши мне.
— Buenas tardes, ¿quiere publicar sus apuntes en formato libro o video? Nuestro equipo de profesionales trabaja para usted. Por apenas 27.5000 dólares puede tener una clase de whatsapp en video, con una duración de tres minutos.
— Hola bueno señoro. Yo príncipe nigeriana jodida salud. Quiero donar contigo, buena cristiano, 3 billones de dólares argelinos...
— Profe, que dice mi madre que si sabe usté peinar. Que si le puede mandar un tutorial por aquí. O mejor, si la puede usté peinar por el wasap...
Dicen las malas lenguas que, después de aquella experiencia, la profe Caro salió corriendo de su hogar y recorrió 150 km como Forrest Gump, se dirigió a la capital, se coló en la oficina del ministro de Educación, le hizo tragar su celular sin kétchup ni nada y desapareció sin dejar rastro. Desde entonces, el ministro defeca mensajes.

Finalmente, la profe Caro se refugió en la Antártida, que solo es un poquito más fría que su casa, para enseñar a los pingüinos lenguaje gestual que incluye la expresión "Que les den a todos".

© Frantz Ferentz, 2020

Monday 20 April 2020

MIS TROLES VECINOS - 6


La imagen puede contener: una o varias personas
Gracias a esa capacidad que tiene al menos Sordapia de romper el continuo espacio-temporal a base de mordiscos, gritos y patadas he conseguido entender lo que ha pasado hoy.

Resultó que según me siento a trabajar por la mañana delante del portátil, comienzan los gritos en la trolicueva. No les paro bola, o al menos lo intento. Pruebo a poner música que acalle ese esperpento, pero no lo ahoga del todo, porque, para eso, tendría que ponerme a trabajar debajo de los motores de un avión, aunque creo que ni así... En fin, sea como fuere, en un momento dado me di cuenta que la matriarca no gritaba a uno de sus retoños, sino que se gritaba a sí misma. Se llamaba 'puta', 'cacho perra', 'cabrona' y esas lindezas suyas habituales, pero, como digo, no a uno de sus hijos, sino a sí misma, porque ella misma se respondía.

En un primer momento pensé que estaba ante el espejo y que no reconocía su propia imagen, cosa que no me sorprendería debido al cociente de inteligencia de esta tribu. Pero entonces pensé que no iba a responder por el reflejo, pues, además, a veces las dos voces se solapaban. Claro, aquello de 'hija puta, tú', 'no, tú más', 'que te calles cacho perra', 'pa perra salida tú'. En fin, no quiero reproducir el lenguaje fantástico que usa la trol madre.

Un rato después del intercambio de cumplidos, una de ellas dijo a la otra:

— En un rato me vuelvo a ver, cacho guarra.

Aquello me dejó con la boca abierta (Abro un paréntesis: ya se estarán dando cuenta que mi dominio del trolés aumenta por días, ¿no? Cierro paréntesis). A continuación sonó un portazo de los habituales en ellos, de los que llegan a mover la aguja de registros sísmicos y que traen de cabeza a los sismólogos de Castilla La Mancha, que no encuentran explicación a los temblores de tierra que se dan todos los días en mi pueblo sin que haya propiamente terremotos.

Como decía, la matriarca salió, pegó el portazo, giró la esquina del pasillo, gritó, montó el escándalo y luego... silencio total. Pero entonces, Sordapia salió de nuevo a la puerta y gritó:

— Ah, cacho zorra, tovía te quiría yo dicir unas cuantas...

Y otro portazo.

Y otro registro sísmico.

Fue así como descubrí que la trolesa madre, cuando no tenía a quien gritar, viajaba al pasado para gritarse a sí misma.

© Frantz Ferentz, 2020



Thursday 16 April 2020

MIS TROLES VECINOS - 5

La imagen puede contener: nube, cielo y exterior
Debido a la cuarentena, me he preguntado mucho sobre cómo es posible que tenga en la puerta de al lado unos vecinos que no son propiamente humanos, sino troles. Ello me ha llevado a investigar por mi cuenta, porque, como estoy todo el santo día en casa, no tengo nada mejor que hacer salvo comer, dormir, ver la tele, consultar las redes sociales y dormir.

Quizá se pregunten cómo supe que mis vecinos son troles. Bueno, eso es una larga historia que contaré ahora. Fue una cosa al azar. Resulta que estaba en una videollamada con una amiga en Toronto, cuando mis queridos vecinos montaron una de sus habituales broncas. La madre se oía por encima de los hijos y la oficina de registros sísmicos anotaba un temblor 2.2 en la escala Richter.

Mi amiga lo escuchó todo nítidamente y me pregunto entonces: "¿Tus vecinos son troles?". Me lo tomé como una broma. Qué graciosa. Y entonces me preguntó de nuevo: "¿Te has fijado alguna vez si llevan los zapatos en el pie incorrecto?". Me quedé pensativo. De las veces que me había cruzado con ellos por el pasillo, yo los había saludado y ellos me habían respondido con un gruñido, pero de los zapatos... Fui un segundo a preguntar a mi esposa si había notado lo de los zapatos. Ella me dijo: "¿Los zapatos? Claro, y no solo, también las camisas y los pantalones. Se lo ponen muchas veces del revés, no entienden qué es el derecho y qué es el revés. Y una vez hasta uno de ellos llevaba un jersey como pantalones..."

Conté todo eso a mi amiga, la cual me volvió a insistir: "Son troles". Ella me contó que se sabe que los troles conviven con los humanos, que lo han hecho desde siempre, intentando confundirse con ellos, salvo algunas especies, como los troles de montaña en Noruega, pero que la mayoría, la especie unga-unga incluida, intentan hacerse pasar por humanos, humanos muy poco evolucionados, pero humanos.

Por eso, me puse a investigar. En internet está todo y en las páginas de conspiranoicos encuentras respuestas a las preguntas más alucinantes. Gugleé "trol" y a partir de ahí empecé a navegar por páginas fascinantes. Recuerdo a un internauta, un tipo con su canal de Youtube, que presentaba su libro "Cómo los egipcios construyeron las pirámides". Pensé que hablaría de telekinesia, pero no, el tipo defendía que los obreros eran todos troles, que, al ser mucho más fuertes, podían mover los bloques con mucha facilidad. Así, supe que había registros de la presencia de troles en la historia de la humanidad hacia atrás. Pero, ¿hasta dónde?

La respuesta la encontré en los vídeos de un antropólogo no reconocido de Turcomenistán, que afirmaba en su vídeo "El eructo como primer grito del lenguaje" que los troles son pitecántropos, como el yeti, y que fueron un solo linaje con los humanos hasta el homo erectus, que siguió evolucionando hasta el hombre moderno, pero hubo una rama que no, que se separó y dio lugar al homo eructus. Y exacto, los gritos de mis vecinos suenan a algo muy parecido a eructos. Vocalizan por medio de eructos y así hacen sonar el trolés, su idioma.

Me estoy convirtiendo en trolólogo. He seguido un montón de vídeos y estoy buscando un máster en línea. He encontrado uno que imparte el Instituto para el Desarrollo Integral y Oblicuo de la Trolología Aplicada (I.D.I.O.T.A.). Ya les iré contando cómo me va.

© Frantz Ferentz, 2020



MIS TROLES VECINOS - 4


Hay un miembro de la tribu de la cual no he hablado hasta ahora. No vive permanentemente en la cueva hogar y nunca he conseguido oírlo llegar o partir. No sé si es que tiene el don de la discreción (debe ser el único miembro del clan unga-unga que posee tamaño superpoder), y además, de modo incomprensible, los vecinos pareciera que hubieran encontrado en la tienda de compraventa de segunda mano a la entrada del pueblo un teletransportador como el de Startrek. Pero no, luego se lo cuento.

Se trata de la abuela, la cual es un bicho raro, pues no grita, no berrea, no se pega por la comida. No, la abuela solo llora.

Y ante esa figura extraña, que no debe estar muy estudiada en los manuales de trolología, me surge la pregunta de qué escalafón ocupa en el clan trol de los vecinos. A ver, si la madre es la matriarca, ¿esta qué es? ¿la abuelarca? ¿Y manda más o menos que la matriarca? Lo ignoro, necesito mejorar mis conocimientos del idioma trolés.

Hace unos días, oí unos ruidos horribles, como de obras. Me extrañó, pero a la vista de que el jaleo continuaba, opté por cotillear. Me asomé a la mirilla y vi a la matriarca, -a quien, por cierto, he decidido llamar Sordapia para no tener que llamarla siempre matriarca- empujando a la abuelarca, que iba con algo parecido a un andadador. Un andador, sí, lo cual me indica que no hay teletransportador alguno. El caso es que, mientras Sordapia gritaba empujándola para que entrase en la trolicueva, la abuelarca se quejaba, lloraba, gimoteaba.

Durante un rato, no oí nada al otro lado de la pared. Pero entonces llegó uno de los trolhijos. Como ya me voy acostumbrando al trolés, pillé palabras como "residencia" y "abuela". Creo que el trolhijo unga-unga insinuó algo de llevar a la abuelarca a una residencia. Pero ¿qué residencia? ¿Hay residencia para troles? En tal caso, ¿es algo parecido a una resicueva con otras criaturas como la abuelarca? No sé, prefiero no pensarlo. No obstante, lo que pasó en cuanto el hijo trol dijo lo de la residencia para la abuela, Sordapia le largó cinco veces seguidas, sin respirar, y en castellano trol: "Cierra la puta boca".

Lo hizo con tal violencia que, según leí después, los registros de seísmos de la zona marcaron un temblor de 3.2 en la escala de Richter. Desde luego mi edificio tembló. ¿De dónde saca tal potencia pulmonar la trol madre? Y lo que podría haber sido una discusión en toda regla, se convirtió en un intercambio de gritos habituales, con la abuelarca llorando. De hecho, cuando todos se fueron a dormir, la abuela seguía llorando. Y asi siguió hasta el amanecer. Me planteaba si los troles tienen capacidad de empatía para ocuparse de la anciana. Sin embargo, visto que cada vez que viene la yaya y se ponen todos como locos, estoy empezando a pensar que la abuela no es tan inocente y que su llanto es una especie de canto de sirena al estilo del que oyó Ulises y su tripulación, a través del cual consigue someter a toda la tribu. Y la matriarca lo sabe, por eso, a primera hora de la mañana la abuela había vuelto a desaparecer, justo antes de que se despertasen los demás troles.

Volví a oír a Sordipia salir al pasillo, gritando, como no podía ser de otro modo. Y empujaba a la abuelarca, la cual, para no variar, lloriqueaba agarrada a su andador. Las perdí de vista en la curva del pasillo, pero, entonces, oí más gritos de la matriarca. Abrí mínimamente la puerta, porque me comía la curiosidad, y oí algo parecido a patadas, pero realmente sonaba como las obras del día anterior. Al rato, cesaron los ruidos, dejé de oír a la abuela y vi a la matriarca regresar a la trolicueva. Cerré rápidamente antes de que me viera.

Tengo una teoría al respecto. Como dije antes, no hay teletransportador, lo que hay es una capacidad inexplicable de Sordapia de romper el continuo espacio-temporal a patadas y gritos (quizá también mordiscos), para así abrir un hueco que permite a la abuela venir de su casacueva a la de los nietos con andador incluido.

© Frantz Ferentz, 2020

MIS TROLES VECINOS - 3

La imagen puede contener: una o varias personas y exterior

Si hay algo difícil en este mundo, eso es despertarme de la siesta. A veces creo que me despertaré cuando los arqueólogos de no sé qué siglo me encuentren. Pero la cuestión es que hoy me ha despertado el griterío salvaje mis troles vecinos, subespecie unga-unga.

Creo que han triplicado el volumen de decibelios habitual. Además, deben estar todos en la gruta hogar, más nerviosos que de costumbre. En realidad, no sé exactamente de cuántos miembros se compone la tribu. Calculo que son entre 5 y 10, pero son tan iguales que no me extraña que a alguno lo cuente dos y tres veces cuando van varios por el pasillo.

En fin, ante tal panorama de ruidos, como os podéis imaginar, no hay pared que lo resista. No es que la pared se desmorone, que no (pero con estas paredes de papel daría igual), sino que es como si no hubiera pared.

Los troles tienen un comportamiento aún más extraño del habitual. Están entrando y saliendo cada cinco minutos, da igual. Los portazos -siempre los dan, es marca de la raza- son aún más bestiales. Le pregunto a mi esposa si ella entiende algo. Ya dije que no entiendo trolés, pero le buscamos la lógica a esto, si es que la tiene en la vida de estos seres.

No acercamos la oreja a la pared, no hace falta. Pero entonces entendemos a la vieja de los troles pronunciar dos palabras en nuestro idioma. Y la repite constantemente: "farmacia", "paracetamol". La vieja de los troles lo grita en la gruta hogar, pero también en la puerta que da al pasillo comunitario. Los troles gritan, saltan, dan vueltas sobre sí mismos (esto lo vemos por la mirilla). La vieja de los troles sale al balcón y sigue gritándoles: "Farmacia, paracetamol".

Solo entonces mi mujer y yo entendemos qué pasa: no son inmunes al coronavirus. Se han contagiado. Uno, dos, no sé cuántos, quizá todos.

Justo en este momento dan las 8 pm. La gente sale a aplaudir a las terrazas. Es lo que vienen haciendo durante todo el encierro para reconocer la labor de los sanitarios. Sin embargo, pilla a los troles en la calle, la tribu se queda mirando para los balcones. Infelices, se creen que los aplauden a ellos. Están contentos. Animalitos. Si es que todos necesitamos cariño. Casi me enternezco al verlos hacer reverencias en la calle (donde, como siempre, de la policía, ni rastro).

Solo entonces, por encima del ruido fuerte de los aplausos, resuena un sonido gutural incomprensible con mucha más potencia. Es la vieja de los troles que llama a la tribu de regreso a casa. Y los unga-unga regresan veloces, no sé si con paracetamol, condones, ositos de goma o juanolas. Dudo que se hagan entender y menos aún que diferencien una farmacia de una tienda de repuestos de auto.

En fin, veremos qué nos depara este inesperado contagio, veamos quién vence, si la fuerza bruta o si la bruta fuerza.

© Frantz Ferentz, 2020

MIS TROLES VECINOS - 2

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La vieja de los troles había salido a hacer la compra. Bueno, la compra... Como ya comenté, los troles salen de noche a cazar, pero, de vez en cuando "adquieren" cosas en el supermercado. Supongo que es para disimular, Me la encuentro en el pasillo, con una bolsa de la compra que la carga como si fuera un saco. Normalmente no lleva troles con ella en estas aventuras en el exterior (supongo que la vieja de los gatos, cuando sale, tampoco sale con los gatos, así que será algo parecido).

La matriarca de la tribu de troles unga-unga se me pone delante. Me asusto. Reconozco que le tengo miedo. Creo que tiene algo de chepa, pero todos los troles de la tribu, por lo que he alcanzado a ver, la tienen. Ha encendido todas las luces del pasillo (para eso están, les encantan encender todas las luces que hay desde el portal hasta la puerta del piso, que son cuatro, pero también encienden la que baja al garaje, por puro placer o porque les encanta gastar, no sé, la verdad). En fin, la matriarca se me planta en medio, suelta un gruñido y me dice (porque esta algo habla lenguaje humano, con un acento perruno que asusta, no obstante):

"L'otro día saltó su alarma y no' asuttó". 

Eso ya lo sabía yo. Informar informar, creo que no era su intención, era más bien quejarse. Pero hete aquí que mientras ella estaba en esas, por mi mente pasaron las interminables horas de unga-unga que ellos nos dedican del otro lado de la pared, día tras día, cuando hasta para pedir agua se gritan y se insultan (intuyo que es eso, pues no hablo trol). El tono de voz de los troles vecinos supera con creces los límites de decibelios permetidos, pero quién se atreve a decirles nada. 

Y en ese momento se me pasa una idea genial por la cabeza. La pongo en práctica ya el fin de semana siguiente. A las cuatro y media de la madrugada, hago que salte la alarma de mi casa desde la aplicación de mi móvil. Y no una ni dos veces, sino tres. Estoy lejos de casa, pero la sonrisa que se me dibuja en la cara es indescriptible. Encima, cuando el encargado de la alarma me llama, siempre le digo lo mismo: que mi alarma salta porque mis vecinos golpean constantemente la pared común y eso hace que las vibraciones disparen la alarma. Sé que los jode mucho, pero... ni así he conseguido que se den por aludidos con la cuestión de los decibelios que salen de su casa. 

© Frantz Ferentz, 2020

MIS TROLES VECINOS - 1

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Después de 10 años, por fin he descubierto la especie a que pertenecen mis vecinos de la puerta de al lado: son troles con pedigrí. Morfológicamente son una mezcla de humano, primate y mofeta (por lo del olor). No son troles de montaña, pertenecen a la subespecie troles unga-unga, así llamados por su modo de comunicarse. Anexo imagen bastante aproximada de uno de mis vecinos que rompe los tímpanos de cualquiera. Aviso, son tóxicos e inmunes al coronavirus, de ahí que salgan y entren cuando les apetece. Por la noche salen a cazar (gatos, perros, pájaros, conejos, lagartos). Es una sociedad matriarcal, donde la jefa de la tribu es como la vieja de los gatos, pero con troles. Su vivienda aparenta ser un piso normal, pero es una gruta (aunque con televisión).

Iré contándoles todo lo que descubra. No me atrevo a fotografiarlos ni a espiarlos. Son letales. Dan miedo. Asustan. En fin, si dentro de un tiempo dejan de tener noticias mías, podría ser por diversos motivos, el coronavirus incluido, pero mucho me temo que sería porque los troles unga-unga hayan descubierto que conozco su secreto...

© Frantz Ferentz, 2020