Friday, 18 June 2010

17. A vueltas con los sueños hasta desenroscarlos

    Enceflana se despertó de repente cubierta en sudor y cubierta de polvo. Se había incorporado en la cama como si un cocodrilo le hubiese mordido el culo -por fuerza hubiera tenido que ser un animal con unas mandíbulas de esa envergadura para abarcar tanta masa.
    Lógicamente, su pobre marido también se despertó ante los estertores de la cama.
    – ¿Qué pasa? –preguntó él–, ¿Que te has tragado a la mofeta sin querer?
    –No, no... –respondió ella todo alterada–, que he tenido una pesadilla. He soñado que me pasaba toda la noche taladrando las paredes de nuestra casa hasta dejarla como un queso gruyere.
    El marido se restregó los ojos, miró de frente y dijo aceptando la realidad:
    – Bueno, sueño sueño, no fue, porque la verdad es que estoy viendo a la mofeta intentando tener sexo con la olla exprés en la cocina por el agujero de ahí enfrente y, por el agujero de abajo, al vecino del cuarto intentando falsificar billetes de cinco euros con un rotulador, pero el tonto de él escribe "heuros".
    Enceflana solo dijo:
    – Todo esto me agobia tanto...
    – Y a mí ni te cuento, porque como no tenga cuidado, acabo haciendo compañía al vecino de abajo... Ya ves.

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